Far Away...

Imagina un montón de imágenes sucediendose unas tras otras. Son imágenes de paisajes. El verde que abarca todo el panorama ante nuestros ojos. Un árbol en el medio. Flores rojas, flores amarillas. A ratos ves animales. Unas vacas. Unos caballos. Riachuelos. De pronto un puente, e incluso casas de adobe.
Necesitas un cambio, vas tras él.
Llegas a tu destino sin saber qué es lo que viene, quiénes te esperan.
Comienza el interrogatorio.
Te sorprendes, preguntas íntimas, las sientes como una indiscreción... pero sabes que es mejor responder, haces un esfuerzo.
Mientras sigues escuchando esa voz, no puedes dejar de pensar en lo que te acaban de preguntar, pero apenas estas saliendo del asombro, te sumerges aún más en esa sensación... por qué preguntan eso? cuál es la duda? acaso no es obvia la respuesta? Y respondes, siempre con la mejor sonrisa, con la mejor disposición. Pero sabes que en el fondo, las cosas no marchan como pensabas. Siguen otras preguntas, y luego te retiras.
El sol está en su máxima expresión, debes aprovechar el día, decides ir a dar una vuelta. No sabes donde vas, sólo sabes que es una aventura que jamás olvidarás.
Caminas, rostros colegiales, artesanía local, estás en territorio ajeno. Sí, te sientes ajeno a esa realidad, pero recuerdas con nostalgia aquellos años.
Te invade una sensación de alegria y de paz que no sentías de hace dias.
Estas contento. Y caminas respirando ese aire limpio como si estuvieras apropiándote del lugar.
No sabes donde estas, no tienes deseos de preguntar. Caminar sin rumbo alguno te da esa libertad. Te estas sintiendo como en casa. Como si fuese territorio conocido.
Miras la gente pasar, miras todo tu alrededor, y das gracias por este momento de plenitud.
La estación de trenes anuncia tu partida.
Te subes al carro, no sin antes detenerte en el camino, y dubitativo comprar el boleto que te trae de regreso.
El camino es largo... sólo hay que aprovecharlo.